La belleza está en el ojo del que mira. Antes de entrar en la sala, piénsala unos minutos como una obra a punto de ser esculpida. Párate a observarla, contémplala, mira su paisaje. Las palabras y la emoción que describan lo que allí suceda, dependen del punto de vista del que la observa. La percepción está ligada a nuestra manera de mirar las cosas y los hechos en cada espacio. La obra parte de la “apariencia” y la “verdad”, y cómo la manera en la que los puntos de vista se conectan con la realidad, proporcionan una perspectiva, e influyen en nuestra percepción. Cambiamos nuestro parecer ante las distintas situaciones que se nos presentan, y las actitudes y consideraciones que tomamos ante ellas, responden al conjunto de experiencias, vivencias y creencias propias. El cambio es lo único que permanece estable a nuestro alrededor y en nosotros mismos, y es el motor de nuestra búsqueda. El movimiento comienza con la ida, y da paso al encuentro y a la acción. El sonido del cuerpo traspasa su silencio y se sucede en un juego de vibraciones, sintetizadores, melodías, sonidos y respiraciones, que trazan el mapa físico de la obra.